Sin la participación de la persona, no se puede planificar. La cuestión, por lo tanto, es determinar cómo y cuánto quiere participar, cómo se puede estructurar su participación.
Dado que el proceso cuenta con diferentes fases, puede ser conveniente determinar, antes de su inicio, pero también durante su desarrollo, en qué fases quiere participar activamente, cómo quiere hacerlo y en qué medida quiere implicarse, partiendo de que, sea cual sea su grado de implicación, será esencial que ella esté en el centro de la planificación.