El primer paso consiste en que las y los profesionales de apoyo asumamos como parte integrante de nuestro trabajo las tareas asociadas al fomento de la participación de las personas con discapacidad en las actividades. Asumida esta necesidad, hay que crear un ambiente propicio y de confianza para que las personas atendidas puedan solicitar, sin miedo a molestar, el apoyo que necesitan: si la persona con discapacidad tiene la certeza de que en el momento en que lo necesite va a obtener apoyo, su predisposición a participar aumentará considerablemente.
En segundo lugar, para ofrecer oportunidades reales de participación en las actividades, es imprescindible definir cuál es exactamente el tipo y la cantidad de apoyo que puede resultar adecuada en cada caso, ajustándose, para ello, a los siguientes pasos: