Muchas personas carecen por completo de habilidades comunicativas, o no las han desarrollado lo suficiente como para expresar deseos, rabia o frustración. Ayudándoles a expresarse, puede evitar que presenten crisis graves de conducta y, si interviene cuando la conducta problemática ya se ha presentado, se puede evitar que su comportamiento escale hacia situaciones de mayor gravedad.
En estas situaciones, cuando la persona empieza a dar muestras de nerviosismo o se observan indicios de que su conducta empieza a escalar, se trata de comprender cuál es el problema que la persona no consigue expresar.