La dificultad para diferenciar entre las esferas pública, privada e íntima (en parte debida, hasta tiempos no muy lejanos, a prácticas residenciales irrespetuosas de la intimidad -por ejemplo, duchas colectivas, habitaciones múltiples-), unida a la carencia de una educación sexual, es la causa de otra conducta inapropiada, bastante frecuente en las personas con discapacidad: la desnudez en público. Por desnudez en público se entiende la situación en la que el desnudo total o parcial de la persona resulta inadecuado por ser realizado en lugares donde pueden encontrarse otras personas a las que pueda resultarles molesto.
En estos casos, la vía más adecuada de controlar esas conductas es formar a las personas en el respeto por la intimidad y la privacidad y en la asociación entre la desnudez y la esfera íntima. Estos contenidos formativos no sólo permitirán evitar o disminuir la frecuencia de estas conductas, sino que contribuirán también a evitar situaciones de abuso sexual, en la medida en que las personas con discapacidad aprenderán y serán conscientes de que su cuerpo les pertenece sólo a ellas y que pueden y deben defenderlo de prácticas y relaciones que no desean tener.
Pautas de buenas prácticas
Con respecto a la intervención, el personal debe definir claramente las normas de funcionamiento del servicio: señalar dónde pueden estar desnudas las personas usuarias (en los espacios de uso privado, como las habitaciones y los baños) y donde deben estar vestidas adecuadamente (zonas comunes).