La educación afectivo-sexual se orienta a una pluralidad de objetivos:
La educación no puede obviar la sexualidad: si a una persona no se le ofrecen pautas y no se le da el apoyo necesario para el aprendizaje, encontrará una vía de descubrir estos aspectos de su personalidad por su cuenta, lo que puede llevarle a asumir riesgos innecesarios, bien por simple desconocimiento, bien por haber interiorizado informaciones contradictorias. Lo cierto es que la educación afectivo-sexual se produce siempre, tanto si se planifica y se programa de forma específica, como si no, de tal modo que lo que hay que preguntarse no es tanto si este tipo de educación es necesaria, sino más bien, cómo debe darse, cuál es la mejor manera de ofrecerla para obtener los mejores resultados.
Objetivos de la Educación Sexual
El principal objetivo de la educación sexual es que cada persona aprenda a conocerse, aceptarse, vivir y expresar su erótica como mejor le parezca, buscando siempre su bienestar y su expresión socialmente normalizada. Debe situar siempre el protagonismo en la persona y no puede limitarse al manejo de conductas desajustadas. Pero, además de ese objetivo principal, existen otros elementos que una buena educación afectivo-sexual debería trabajar:
El acceso a la educación sexual puede verse complementado, lógicamente, con otros apoyos profesionales, en particular con el consejo y asesoramiento de profesionales de la sexología.