En algunos casos, las dificultades de visión y de audición pueden compensarse, por lo menos parcialmente, mediante la utilización de productos de apoyo y mediante la adaptación del entorno físico en el que se desenvuelven habitualmente. A estos efectos, sin duda, la fórmula más adecuada sería integrar, por fin, la accesibilidad universal y el diseño para todos en la generalidad de los entornos, pues contribuiría muy activamente a crear un entorno tranquilo, predecible, familiar, estimulante y seguro.
No es posible entrar aquí en el conjunto de los productos de apoyo y de las adaptaciones del entorno que cabría introducir para facilitar el desenvolvimiento de las personas que presentan dificultades de visión y /o audición. Baste con señalar algunos elementos muy básicos:
- En el caso de la adaptación del entorno a los problemas de visión, por ejemplo, y al margen del tratamiento oftalmológico que, en su caso, pueda corresponder y de las ayudas complementarias (gafas o lentillas) que le sean prescritas a la persona con discapacidad visual, existen adaptaciones específicas del medio físico, en el marco de los estándares de accesibilidad, que pueden resultar de gran utilidad, en particular:
- adaptar los contrastes;
- adaptar el grado de luminosidad;
- adaptar el tamaño de algunos elementos de referencia;
- marcar determinados recorridos básicos con una línea de un color distintivo que ayude a la orientación;
- señalizar adecuadamente tanto los espacios comunes, como los individuales: armarios, cajones, los espacios de aseo, u otros.
- En el caso de los problemas de audición, existen también productos de apoyo y adaptaciones del medio que pueden contribuir a compensar las dificultades derivadas de la discapacidad sensorial.
- En el caso de los productos de apoyo, conviene tener muy presente que no pueden resolver de forma instantánea los problemas de audición de la persona; es más, dado que amplifican todos y cada uno de los sonidos -no sólo las voces-, para mucha gente su utilización resulta estresante y molesta durante los primeros días, o incluso durante meses.
- Cuando esta situación afecta a una persona con discapacidad intelectual, conviene, para evitar un estrés excesivo, considerar muy cuidadosamente cómo se introduce el uso de un soporte técnico de este tipo:
Consejos para la utilización de un audífono en el caso de personas con discapacidad intelectual o con deterioro cognitivo
- Tratar primero de acostumbrar a la persona a llevar algo en la oreja o alrededor de la oreja (gafas de sol, auriculares, pendientes,...).
- Cuando disponga ya del audífono, ponérselo durante unos minutos, pero apagado.
- Después, encender el audífono en una habitación muy silenciosa, asegurándose de que no emite pitidos (regule el volumen en su propio oído)
- Hablar con la persona durante unos minutos, apagar el audífono y retirárselo.
- Aumentar el umbral de tolerancia de la persona gradualmente, tratando de que utilice el audífono en períodos de tiempo cada vez más largos y en situaciones diversas.
- A título orientativo, se propone la siguiente cadencia, aunque conviene ajustarla a las necesidades individuales, en el marco de la planificación individual:
- Día 1: 3 minutos en una habitación silenciosa con el audífono apagado.
- Día 2: 3 minutos en una habitación silenciosa, con el audífono encendido.
- Día 3: 5 minutos en una habitación silenciosa con el audífono encendido.
- Días 4 a 8: hasta 30 minutos en una habitación silenciosa con el audífono encendido.
- Día 9: 15 minutos en una habitación en la que haya otros sonidos de fondo, con el audífono encendido.
- Días 10 a 20: Hasta una hora en cualquier habitación.
- Día 21: 2 periodos de 1 hora en cualquier habitación.
- Día 22: 2 periodos de una hora en cualquier habitación.
- A partir de ese día, puede iniciarse la utilización de la ayuda técnica en el exterior.
- Continuar de forma gradual y volver, siempre que sea necesario, a la fase inmediatamente anterior.