Para el niño o la niña es demasiado doloroso aceptar la violencia y, por lo tanto, no habla de ello con nadie. Si alguien quiere confrontarle con esta realidad la niña o el niño reaccionará con rechazo y huyendo. A este niño o niña le cuesta reconocerse cuando se le ponen ejemplos de situaciones de violencia y, por eso, es necesario fomentar la confianza e ir rompiendo el alejamiento y el miedo del niño o niña. En estos casos es imprescindible respetar el ritmo del niño o la niña evitando preguntarle directamente sobre la violencia. El o la profesional debe mostrarle un apoyo incondicional, sin juicios, para conseguir un buen vínculo.