El impacto de la violencia de género en el bienestar de los/as menores
Triangulación de los/as menores en la relación conyugal
(La) triangulación del menor, en la que se le hace partícipe de la violencia de género manipulando su percepción de la realidad, hace que existan enormes consecuencias sobre el desarrollo afectivo-emocional y moral de cada menor, dando lugar a graves secuelas en las que se dan procesos disociativos.
Como consecuencia, se hacen más difíciles las estrategias de afrontamiento ante traumas complejos y se producen los desdoblamientos de personalidad, que permiten la supervivencia a cada menor.
La triangulación del menor tiene una estrecha relación con el estilo educativo del padre, de manera que los efectos en menores se agudizan cuando existe un estilo educativo que dificulta el desarrollo de una personalidad sana. (…)
Ante esta situación de triangulación del menor, ¿cómo se sitúan los hijos y las hijas ante estas situaciones de violencia de género? Eisikovits, Winstok y Enosh (1998) conceptualizan en dos dimensiones la postura de las niñas y los niños ante la violencia de género:
Oscilación entre admisión y negación de la violencia.
Van de la lealtad de uno a otro progenitor/a.
A partir de estas dos dimensiones, se extraen cuatro formas de afrontar la violencia que pueden darse de forma combinada:
Viven con un secreto: niegan la existencia de la violencia, como si ésta no sucediera.
Conflicto de lealtades: aceptan la violencia, pero no quieren posicionarse frente a sus progenitores.
Miedo y terror: al ser totalmente conscientes de la violencia se identifican con la madre.
Asumen el modelo violento: son conscientes de la violencia, pero se identifican con el que la causa, como una forma de protegerse ante la posibilidad de que el padre extienda la violencia directa hacia sus hijos y/o hijas.
Entre los procesos emocionales que se producen en estos posicionamientos en las niñas y niños, se da el intento de recopilar la información para poder determinar qué ocurrió, quién lo hizo y hacia quién. Es así como pueden sentir la presión de tener que dar apoyo a alguna de las partes y, en consecuencia, sufrir la desaprobación por uno de los progenitores, viviendo dicha situación como un rechazo que puede traducirse en pérdida de cariño, afecto y en ocasiones, hasta abandono emocional.
Otro proceso que se da es el intento de buscar explicaciones a lo ocurrido y justificaciones a dicho fenómeno. En muchas ocasiones, se basan en el sentido común para ajustar su explicación a lo que ha pasado, pueden asignar responsabilidades a causas o sujetos específicos, pueden atribuirse la culpa a sí mismos o a uno de los padres en base a los argumentos que escuchan en las discusiones de éstos.
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