En la medida en que las personas llegan a la exclusión social a través de diferentes caminos, episodios y situaciones en sus vidas, también podemos revertir y emprender caminos hacia la inclusión social a través de un itinerario, de un proceso (que debe ser individualizado, ajustado a las necesidades y situaciones de cada persona).
Frente a la linealidad de la atención hablamos de un modelo que contemple posibles idas y vueltas. Estos posibles retrocesos y avances deben ser incorporados como parte del itinerario.
(…) En este manual entendemos que lo importante es asumir este método de trabajo con su carácter no lineal, complejo y dinámico, lleno de idas y vueltas, más cercano a la imagen de una espiral, que de una línea. Esta perspectiva difícilmente puede encajar en una concepción estanca de la intervención, de los métodos y de los servicios.
Frente a una forma de trabajar basada exclusivamente en el binomio necesidad-recurso, la idea de itinerario nos remite a atender las necesidades cambiantes de las diversas circunstancias vitales de las personas.
No obstante, tal y como desarrollaremos en el plan de intervención, sí debemos hablar de etapas, fases abiertas, dinámicas y progresivas que nos ayuden a ser más certeros en nuestro acompañamiento.