La democracia no se puede tornar efectiva sin la existencia del diálogo entre una diversidad de opiniones y perspectivas. Somos partidarios de la idea de que cuanto más se incrementa la diversidad de puntos de vista, más caminos se abren a la elección personal ciudadana y, por tanto, más se solidifican los mecanismos básicos sobre los cuales se apoya el régimen democrático (Giménez, 2003). De ahí que podamos afirmar que la diversidad social significa, en esas circunstancias, un elemento democráticamente enriquecedor y generador de desarrollo humano sostenible (Giménez, 2000). Así, el consenso democrático es antes un fruto de la incorporación de los aportes derivados del conflicto de perspectivas que fruto de la tentativa de inocular dichos conflictos, silenciándose la diversidad sociocultural.
Podemos afirmar que en las sociedades contemporáneas la diversidad de puntos de vista es a la vez el resultado y la causa de la complejidad social (Durkheim, 1985, Gluckman, 1962, Da Matta, 2002).16 Dos aspectos que deben ser tomados en consideración son los siguientes:
Consecuentemente, la postura que niega la conflictividad puede ser incompatible con la noción de democracia por dos motivos importantes:
En este sentido, partir de las divergencias debe ser sinónimo de tomar en consideración el máximo de puntos de vista a fin de influir en la toma de las decisiones.