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La intervención directa con menores víctimas de violencia de género

El/la menor se sitúa del lado del padre

En estos casos suele ser porque el padre le da pena y lo considera la víctima de la situación (porque está solo, se ha ido de casa, ha pasado por la cárcel o pasa dificultades económicas) o bien porque considera que el padre tiene razón y la madre es la culpable de la violencia. Otras veces, el niño/a se encuentra en esta posición para compensar que otro hermano/a esté al lado de la madre o bien porque ha interiorizado el discurso del padre. También puede ser que sienta que quedándose al lado de la madre le va a definir a él como víctima y esto le genera angustia y miedo.

  • En estos casos el vínculo del niño/a y la madre suele estar muy dañado y, además, es habitual que ella esté muy desautorizada debido a la relación de violencia que ha vivido. Con esta niña o niño es importante trabajar hacia una visión realista tanto del padre como de la madre para evitar la desacreditación de ésta. También es imprescindible acompañarlo en el proceso de duelo por la separación.
  • Con la madre es importante trabajar ciertas actitudes hacía el niño o niña como, por ejemplo, que no interrogue al hijo o hija cada vez que viene de estar con el padre ya que suele hacerlo por el miedo a perder al niño/a, tanto afectiva como legalmente. Estas baterías de preguntas generan mucha más ansiedad en el niño o niña y suelen reforzar el alejamiento de la madre.
  • En muchas de estas ocasiones el niño o la niña, cuando vuelve de las visitas con el padre, suele llegar más alterado, desafiando más a la madre, incluso a veces puede insultarla o decirle que no quiere vivir con ella y que prefiere irse con el padre. Estas situaciones son muy duras para la mujer ya que suele sentir que está perdiendo a su hija o hijo, que no puede hacer nada para retenerlo a su lado, generándole mucha impotencia. Al mismo tiempo esta manipulación puede despertar en la mujer toda su rabia contra el agresor y le puede resultar difícil controlarla delante de la niña o el niño.
  • En estas situaciones es importante recomendar a la mujer que no considere las palabras del niño ya que vienen mediatizadas por lo que el padre le ha estado diciendo o haciendo durante la visita. Asimismo es básico validar todos los sentimientos que afloran en la mujer en este momento; si no los reconocemos, cualquier intervención que hagamos con la madre será inútil ya que la desesperanza y el dolor pesan mucho en este momento.
  • Se le pueden indicar a la madre algunas estrategias a seguir en estos casos como:
    • No enfrentarse al niño o la niña ya que esto sólo iniciaría una discusión en escalada y sería fácil entrar en descalificaciones.
    • Decirle al niño o la niña que en aquel momento está nervioso/a y que es mejor que hablen luego.
    • Hacer alguna actividad cotidiana como ducharse o preparar la cena. En algunas ocasiones el niño o la niña no querrá colaborar y es importante no forzarle, después poco a poco se le puede ir introduciendo en la actividad.
    • Este tipo de actuaciones, que pueden parecer muy triviales, son básicas ya que transmiten al niño o la niña que la madre puede sostener su angustia, su rabia o su ira y hace que se le visualice como una persona fuerte que contiene su malestar y que, pase lo que pase, no desaparece.
    • Es un tipo de actuación que transmite mucha seguridad al niño o niña ofreciéndole un punto de referencia en medio de toda la situación tan confusa que vive.
    • Después de que el episodio crítico haya pasado (no justo en el momento de llegar de la visita con el padre), es importante que la madre pueda explicarle a su hijo o hija que entiende que lo que está viviendo no es fácil, que ella desearía que no sufriera o que hace cuánto puede para mejorar la situación.
    • También es básico que, una vez más, le explicite que le quiere y que ella siempre estará a su lado para protegerle.
  • A veces, la madre no puede actuar de esta manera y es importante remarcarle que es normal, que se está planteando una actuación muy complicada para ella, ya que, requiere contener toda su propia rabia contra el padre y su desesperación por lo que ve en su hijo o hija. Es importante transmitirle que, algunas veces, conseguirá actuar así y en otras se desbordará y actuará de otra forma; es básico que cuente con ello y no se sienta culpable.
  • Las madres pueden aprender a actuar de esta manera cuando consiguen ponerse en la piel de su hijo o hija y comprenden la necesidad de seguridad que tienen.
  • De la misma manera, a las madres les ayuda el hecho de ver que, actuando de otra forma (entrando en discusión con el niño o la niña, insultando al padre o llamándole para pedirle explicaciones o interrogando al hijo o hija), lo que hacen es colocar al niño o la niña en medio de los dos progenitores y, además, hacen que el hijo o hija, posteriormente, se sienta culpable y piense que puede perder a su madre porque ha actuado mal.
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