Una de las ideas que subyacen en el acompañamiento y en los conceptos de individualización y proceso, es que los tiempos en la intervención se deben adaptar al caso e itinerario vital concreto. No obstante, se deben establecer unos mínimos que cumplir para que podamos hablar de una intervención en clave de acompañamiento. No puede entenderse como tal “ir con la persona atendida puntualmente a realizar una gestión, ni a entregar un currículum en una empresa”. Tampoco lo es una mera atención en un proceso de búsqueda de empleo o de vivienda en el contexto de un despacho. No lo es si no parte de una relación referencial y continuada.