Sin pretender que la educación resuelva todos los problemas que un plan integral tiene que afrontar, la vertiente educativa de un proceso comunitario, como escuela de participación ciudadana, tiene que asumir el reto de construir «comunidad » despertando y estimulando capacidades, valores, actitudes en las personas que promuevan en el conjunto de esta comunidad el ejercicio de la ciudadanía, individual y colectivamente.
Este proceso educativo connota, de forma implícita o explícita, que en las prácticas que se generen, desde el Plan, se asuma y se haga pedagogía en lo cotidiano sobre una nueva cultura de participación, no solo asumida por los ciudadanos y ciudadanas sino también por los representantes políticos y de las administraciones que entran en juego.
Cualquier proceso educativo es un mecanismo generador de estímulos que puede propiciar muchos y diferentes aprendizajes, despertar capacidades, y construir valores y actitudes en las personas a lo largo de su vida.
Es evidente que cada persona tiene su proceso educativo, fruto de su propio crecimiento personal, experiencias, etc. Y, por lo tanto, serán diferentes los valores, las actitudes y las capacidades que entran en juego en un proceso de construcción colectivo cuando éste es participado. En la esfera más social y con la intervención que queremos promover en un determinado territorio, estarán presentes personas, grupos y colectivos con experiencias diversas: en el mundo asociativo, en el mundo profesional, en el mundo de la educación, etc., que pueden aportar su conocimiento y también compartir sus valores.
Este patrimonio de «valores» presente en los territorios no sólo adscrito a la ciudadanía sino también a las prácticas de los profesionales y de los representantes políticos, es un elemento a considerar a la hora de pensar en la vertiente educativa del proceso al cual hacíamos mención. En definitiva, son las personas, grupos, colectivos, instituciones, las que formarán parte de este proyecto común y es en las relaciones con los otros donde se generarán nuevos valores y capacidades y, por lo tanto, un nuevo proceso educativo.
Pensamos que el proceso educativo hacia la construcción de ciudadanía tiene que considerar o, al menos tener presentes, los siguientes elementos:
En la práctica, considerar este proceso educativo puede significar desarrollar una doble línea de acciones educativas:
En resumen, construir comunidad supone un aprendizaje para todos los actores que participan: entenderlo y vivirlo en el día a día, para conseguir una mejora en la calidad de vida, y un desarrollo más equilibrado y equitativo.
Los planes integrales, en tanto que procesos educativos sostenidos en el tiempo, tienen que trabajar para la capacitación de las personas y promover la construcción de valores y actitudes: responsabilidad colectiva, autonomía, respeto y reconocimiento del otro.