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Los Planes Integrales de Desarrollo Comunitario: marco conceptual

Educación para la ciudadanía: participación y empoderamiento

Sin pretender que la educación resuelva todos los problemas que un plan integral tiene que afrontar, la vertiente educativa de un proceso comunitario, como escuela de participación ciudadana, tiene que asumir el reto de construir «comunidad » despertando y estimulando capacidades, valores, actitudes en las personas que promuevan en el conjunto de esta comunidad el ejercicio de la ciudadanía, individual y colectivamente.

Este proceso educativo connota, de forma implícita o explícita, que en las prácticas que se generen, desde el Plan, se asuma y se haga pedagogía en lo cotidiano sobre una nueva cultura de participación, no solo asumida por los ciudadanos y ciudadanas sino también por los representantes políticos y de las administraciones que entran en juego.

Cualquier proceso educativo es un mecanismo generador de estímulos que puede propiciar muchos y diferentes aprendizajes, despertar capacidades, y construir valores y actitudes en las personas a lo largo de su vida.

Es evidente que cada persona tiene su proceso educativo, fruto de su propio crecimiento personal, experiencias, etc. Y, por lo tanto, serán diferentes los valores, las actitudes y las capacidades que entran en juego en un proceso de construcción colectivo cuando éste es participado. En la esfera más social y con la intervención que queremos promover en un determinado territorio, estarán presentes personas, grupos y colectivos con experiencias diversas: en el mundo asociativo, en el mundo profesional, en el mundo de la educación, etc., que pueden aportar su conocimiento y también compartir sus valores.

Este patrimonio de «valores» presente en los territorios no sólo adscrito a la ciudadanía sino también a las prácticas de los profesionales y de los representantes políticos, es un elemento a considerar a la hora de pensar en la vertiente educativa del proceso al cual hacíamos mención. En definitiva, son las personas, grupos, colectivos, instituciones, las que formarán parte de este proyecto común y es en las relaciones con los otros donde se generarán nuevos valores y capacidades y, por lo tanto, un nuevo proceso educativo.

Pensamos que el proceso educativo hacia la construcción de ciudadanía tiene que considerar o, al menos tener presentes, los siguientes elementos:

  • La responsabilidad, entendida como la capacidad de hacerse cargo y responder de los otros. Fomentar esta responsabilidad es un paso previo para trabajar la autonomía de las personas y su inclusión social.
  • La autonomía, como capacidad de pensar y actuar libremente, con criterio, y posicionamiento, implica también asumir las consecuencias de las actuaciones y posicionamientos.
  • El respeto y reconocimiento del otro. Este valor es necesario para la comunicación efectiva y para establecer relaciones con los otros, pudiendo tener diferentes opiniones, y sin que esto suponga que tengamos que hacer lo mismo.
    • La construcción conjunta a partir de las aportaciones individuales y colectivas busca como objetivo incluir y sumar constantemente más personas al proceso. En este sentido, es necesario que las personas sean escuchadas, valoradas y se reconozca su experiencia para construir opinión y proyecto.
    • Esta apuesta huye del planteamiento por el cual la participación está adscrita «a los mismos» o solo escucha a unas determinadas voces. Reconocer a los otros, es en cierta medida facilitar la inclusión de otras voces y experiencias.

En la práctica, considerar este proceso educativo puede significar desarrollar una doble línea de acciones educativas:

  • La que se desprende del trabajo cotidiano, y que tiene que ver con el propio desarrollo del plan integral y del cómo este se articula. Es necesario tener presente que, implícitamente, la metodología que se propone comporta unas formas organizativas y espacios de trabajo que cuentan con esta vertiente educativa, y con los elementos antes mencionados.
  • Y otra línea de acción puede ser la de formular propuestas formativas «dirigidas» hacia la capacitación de aspectos que se necesiten reforzar, en función de les necesidades que se planteen.
    • Diferenciamos, en este sentido, dos tipos de aprendizajes posibles enfocados a la «capacitación de ciudadanía activa» en el marco del plan integral:
      • los aprendizajes cotidianos basados en la experiencia y en las formas de hacer.
      • los aprendizajes que se puedan conseguir desde la formación teórico/práctica planificada.

En resumen, construir comunidad supone un aprendizaje para todos los actores que participan: entenderlo y vivirlo en el día a día, para conseguir una mejora en la calidad de vida, y un desarrollo más equilibrado y equitativo.

Los planes integrales, en tanto que procesos educativos sostenidos en el tiempo, tienen que trabajar para la capacitación de las personas y promover la construcción de valores y actitudes: responsabilidad colectiva, autonomía, respeto y reconocimiento del otro.

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