La participación existe cuando se conjugan dos elementos:
- Por un lado, las personas profesionales realizan la actividad con la persona con discapacidad.
- Por otro, las personas con discapacidad toman parte, en mayor o menor grado, en la actividad, según sus capacidades y habilidades, y atendiendo tanto a sus necesidades como a sus deseos y preferencias, así como a las circunstancias del momento.
Lo importante es que ambas intervienen en la actividad, independientemente de la proporción de su participación, que variará en función del tipo de actividad y de las capacidades de la persona usuaria. En algunos casos, el apoyo representará un elevado porcentaje de la tarea, mientras que en otros puede que sólo represente una proporción muy pequeña; en ambos supuestos el personal debe estar continuamente presente supervisando la actividad y prestando apoyo directo en su realización. Desde esta óptica, conviene tener presente, para evitar confusiones, que:
- La participación no consiste en realizar las tareas en lugar de la persona con discapacidad, es decir, en suplirle, sino en ayudarle a realizarlas.
- La participación no se identifica plenamente con el aprendizaje de nuevas habilidades: la enseñanza de nuevas habilidades tiene por objetivo que la persona adquiera la capacidad de realizar nuevas tareas, mientras que la participación consiste en que la persona esté involucrada en la realización de actividades que ya ha aprendido a realizar pero que no puede desarrollar de forma autónoma.
Combinación de actividades
Lógicamente, en el marco de la planificación individual, pueden combinarse las tres fórmulas:
- Puede programarse la participación de la persona en determinadas actividades.
- Pueden considerarse simultáneamente actividades en las que la persona con discapacidad no puede participar y en las que le suplirá el personal.
- Puede completarse la programación con el aprendizaje de nuevas actividades.