Para la selección y priorización de las habilidades funcionales que conviene enseñarle a una persona con discapacidad, debemos considerar, además de estas pautas o criterios generales, otra serie de aspectos de carácter individual: las capacidades, las necesidades, las preferencias, los deseos, la situación actual y los proyectos de futuro de la persona atendida. Es conveniente, pues, tener presentes los siguientes aspectos:
- ¿Qué quiere hacer la persona? ¿Qué es lo que más refuerza su autoestima?
- ¿Qué le motiva? Si no es fácil detectarlo, debemos fijarnos en los detalles, por nimios que parezcan, que permitan determinar las cosas que le gustan y las que le disgustan. ¿Le gusta el olor a comida o los ruidos que hacen los electrodomésticos?
- Es importante, a la hora de seleccionar las nuevas habilidades que vamos a enseñar, aprovechar las habilidades que la persona ya posee, sus puntos fuertes.
- Es esencial, por otra parte, tener en cuenta sus capacidades físicas y sensoriales y adoptar las medidas necesarias para adaptar la enseñanza de la habilidad -el entorno, los materiales- a esa situación.
- Conviene también tener en cuenta el tipo de entorno que prefiere la persona: ruidoso o tranquilo, muy concurrido, espacioso, que haya música o que sea silencioso.
- Para enseñar una tarea o actividad, quien la enseña debe conocerla muy bien y ser capaz de transmitir su conocimiento ordenadamente.
- Es importante preguntarse, al seleccionar la habilidad funcional, si realmente creemos que la persona será capaz de aprenderla: si se confía en que podrá hacerlo, ella lo percibirá de forma positiva; si por el contrario, las expectativas son bajas, el aprendizaje se verá dificultado.