En fichas anteriores de este tema del Banco de Buenas Prácticas, se ha explciado el proceso de aprendizaje cuando se aplica individualmente, es decir cuando una o un profesional se dedica a enseñar una tarea a una única persona con discapacidad, porque es la fórmula más eficaz y conviene, en lo posible, reservar tiempo y recursos para hacerla viable.
No obstante, esta alternativa no siempre es viable o no lo es en todos los servicios, y en esos casos habrá que recurrir al aprendizaje en grupo, en cuyo marco también es posible enseñar determinadas tareas de un modo estructurado:
- Así, por ejemplo, cabe seleccionar una tarea que la mayoría de los miembros del grupo saben realizar autónomamente, para poder centrar nuestra atención, durante un breve periodo, en una única persona que requiere más ayuda en alguna fase de la realización de dicha tarea, que le resulta particularmente difícil.
- Otra fórmula, consiste en distribuir diferentes partes de una misma actividad a los miembros del grupo, de tal modo que entre todos se consiga el resultado deseado, por ejemplo, preparar una ensalada. En ocasiones, el formato grupal es el más indicado, por ejemplo, cuando buscamos practicar determinadas habilidades sociales o actitudes del grupo o de alguno de sus miembros, y también cuando, al usar la cooperación grupal, podamos conseguir resultados complejos que no conseguirían personas aisladas (organizar una celebración, por ejemplo).
- Lo más práctico suele ser contar con dos personas profesionales a cargo del grupo, de modo que mientras una de ellas se ocupa de la mayoría de sus miembros, la otra puede centrar su atención en alguien que requiere un apoyo específico en una determinada fase de la tarea. Estas dos personas pueden invertir sus roles cada 30 minutos por ejemplo.