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Estrategias para responder a la conducta cuando la persona está fuera de control

La contención farmacológica -también referida en la literatura especializada como contención o restricción química- consiste en utilizar fármacos para prevenir la ocurrencia de una crisis o para detenerla una vez que se ha producido.

Para considerar que la administración de un fármaco a una persona con discapacidad constituye una contención, es necesario que su administración persiga como principal objetivo controlar la conducta. Por el contrario, cuando el fármaco se administra porque forma parte del tratamiento de una enfermedad mental o física diagnosticada no es una contención. A estos efectos, es fundamental tener presente que la discapacidad física o intelectual, el deterioro cognitivo o los trastornos del desarrollo no constituyen enfermedades y que, por lo tanto, el hecho de presentar alguna de estas condiciones no justifica, por sí sola, la administración de ese tipo de fármacos y, si se diera, se trataría de una contención farmacológica, salvo que la persona presente alguna enfermedad mental -diagnosticada por la/el psiquiatra referente- o física -diagnosticada por la/el médico especialista que corresponda en cada caso-, y para cuyo tratamiento hubiera prescrito alguno de estos fármacos.


Pautas de Buenas Prácticas

La administración de fármacos debe hacerse con gran cautela. Las siguientes pautas pueden resultar útiles en la práctica de la atención:

  • Como regla general, no deben administrarse fármacos antipsicóticos, hipnóticos o ansiolíticos para prevenir o calmar la crisis de una persona que no presente ninguna enfermedad mental o física diagnosticada para cuyo tratamiento se le hubieran recetado dichos medicamentos.
  • En los casos en los que se estime que la administración de un fármaco de este tipo es la única forma de prevenir o calmar las crisis que presenta una persona será necesaria una prescripción facultativa en tal sentido. Esta estrategia de contención debe considerarse como de último recurso.
  • No debe olvidarse que, al igual que la contención física, el tratamiento farmacológico alivia los síntomas, pero no elimina la causa de la conducta, de modo que no constituye una solución a largo plazo. Para conseguir resultados a largo plazo, hay que recurrir al Apoyo Conductual Positivo.
  • Al administrar un fármaco es indispensable tener algunas reglas básicas:
    • Los fármacos producen reacciones diferentes en las distintas personas; es esencial que el personal conozca sus efectos secundarios, por ejemplo, en relación con el sueño, el nerviosismo, la alimentación, etc.
    • Cuando un fármaco ha sido prescrito, no debe retirarse ni variarse la dosis sin que así lo prescriba el médico.
    • Es importante que el personal conozca las incompatibilidades entre fármacos, así como entre estos y algunos alimentos o bebidas.

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