Pautas generales de actuación en la intervención con menores y familias
La necesidad de desarrollar intervenciones dirigidas específicamente a los niños, niñas o adolescentes víctimas de desprotección se fundamenta en los siguientes argumentos:
Las dificultades presentes en las familias con problemas de desprotección son múltiples y, en muchos casos, severas. Su resolución requiere tiempo. Los cambios no son inmediatos ni lineales; son costosos, progresivos, con avances y retrocesos.
Los niños, niñas y adolescentes no pueden simplemente quedar “a la espera“ de que esos cambios se produzcan –si finalmente se producen-; en ese tiempo, su situación puede empeorar. Cuanto antes se inicie una intervención de apoyo, más posibilidades habrá de ayudarles a resolver sus dificultades, evitar su agravamiento y prevenir la aparición de dificultades futuras.
Los niños, niñas y adolescentes no son meros receptores pasivos de las influencias de su entorno. Influyen activamente en él y en la relación con sus padres o responsables legales desde su nacimiento.
En este sentido, las dificultades de los niños, niñas y adolescentes –que pueden ser consecuencia de la desprotección- pueden llegar a convertirse en agentes potenciadores o mantenedores de la misma. Esto es especialmente importante en el caso de preadolescentes y adolescentes.
En consecuencia, la resolución de estas dificultades puede ser un elemento fundamental para corregir la situación de desprotección.
Aun en los casos más exitosos, no puede asumirse que la resolución de los problemas personales de los padres o responsables legales o la mejora de su comportamiento hacia los menores, vaya a implicar necesariamente una mejora suficiente en la situación de éstos. Muchos niños, niñas y adolescentes víctimas de desprotección presentan problemas importantes en su desarrollo o situación emocional (por ejemplo, retrasos cognitivos, trastornos psicopatológicos, problemas comportamentales severos) que requieren un abordaje y tratamiento específico.
Hay casos en que la intervención con los padres o responsables legales no es posible o no logra los resultados deseados.
Cuando esto se produce –es decir, cuando las circunstancias familiares no cambian o no lo hacen de forma suficiente- sigue siendo posible mejorar de forma significativa la situación de los menores.
Las características propias del menor, de su relación con otros miembros de su familia y de su relación con otras personas de su entorno son factores que tienen también una influencia importante en su proceso de desarrollo.
Incidir sobre estos factores puede ayudar a los niños, niñas y adolescentes a mejorar su situación y tener un desarrollo sano a pesar de pertenecer a un entorno familiar disfuncional.
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