En el sentido en que aquí lo empleamos, se entiende por gestión de casos la unificación de las responsabilidades sobre cada caso en un mismo profesional o equipo, responsable de la gestión del mismo y de la coordinación de las respuestas diversas que deban ofrecerse.
Ello implica una continuidad temporal y una asignación importante de capacidades de decisión (y las correspondientes responsabilidades) al profesional o al equipo encargado de la gestión del caso.
Se trata, en definitiva, de crear una relación de referencia entre el caso (persona o familia) y el profesional o equipo que se encarga de su gestión. Significa invertir el esquema que se produce frecuentemente en la atención pública del profesional que atiende cada demanda y la remite (o deriva) a la instancia correspondiente que es la que decidirá; para afianzar un modelo en el que el profesional atiende el caso y asume la decisión y la consiguiente responsabilidad del mismo.
La intervención social articulada a partir de la metodología de gestión de casos se estructura, idealmente, en torno a las siguientes fases: la acogida, el estudio o valoración, el diagnóstico, la intervención y la evaluación. El acompañamiento social es una herramienta que debe aplicarse de forma transversal a lo largo de todo el proceso de intervención con la persona usuaria.
(…) Si bien el proceso de intervención tiene unas fases pautadas y secuenciadas (Acogida-Estudio-Diagnóstico-Intervención-Evaluación), sabemos que desde el primer momento en el que se inicia una relación en clave de acompañamiento entre el/la profesional y la persona atendida, comenzamos un ciclo de acogida- estudio/diagnóstico - planificación- intervención - evaluación y redefinición simultáneo y constante, que debemos revisar continuamente, dando a las fases un carácter abierto y dinámico.