Encontramos una inercia a la hora de intervenir que en muchas ocasiones produce la perpetuación de itinerarios de inserción sexistas y no igualitarios por parte de las y los profesionales del ámbito social.
Una de estas inercias es la de confundir el trabajo con perspectiva de género con el trabajo con mujeres, acotando la aplicación de esta perspectiva tan sólo a una parte de la sociedad y dificultando la resolución de los conflictos entre mujeres y hombres. Por ejemplo, a la hora de diseñar planes de intervención consensuados con nuestras usuarias, debemos respetar por supuesto sus opciones, pero también proponer alternativas y evidenciar que hay otros caminos (que no están marcados por los roles y patrones de género). Un ejemplo puede ser la tendencia a enfocar la formación laboral de las mujeres hacia sectores muy feminizados y precarizados como la atención a personas dependientes o la hostelería.
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Como se señala a lo largo de todo el texto, el diagnóstico social es fundamental en los planes de casos, y en este sentido, se destaca la importancia de preguntar sobre cuestiones claves de género. A la hora de elaborar un diagnóstico las y los profesionales nos permitimos cierto intrusismo en determinados ámbitos de la vida personal de las y los usuarios y, sin embargo, hay ciertas cuestiones que no se ponen de relevancia o que se consideran una intromisión en su vida privada, como el preguntar el tipo de relaciones afectivas o afectivo sexuales que han mantenido a lo largo de su vida, si han tenido algún tipo de problemática relacionada con abusos o malos tratos, si se sienten emocionalmente bien en el ámbito relacional.
Es fundamental para establecer una intervención adecuada replantearse la manera en la que se elaboran los análisis iniciales porque esto sitúa a las y los profesionales ante una situación más real e integral. La esfera de lo privado parece todavía un ámbito de no intervención. Pareciera que lo que ocurre dentro de los muros del hogar concierne solamente a quienes viven allí, y ni siquiera por igual a todas las personas que lo integran. La intervención considerando la perspectiva de género, en muchas ocasiones se puede ver como “algo personal y privado” y puede ser muy censurada por colegas de profesión y entidades, que pueden verlo como una intromisión inaceptable.