El Modelo parte de una visión, un objetivo, consistente en crear contextos positivos de atención, en los que el respeto por la dimensión humana y la unicidad de las personas (determinada por una personalidad, unos valores, un entorno, unas experiencias, unas necesidades, unos deseos, unos miedos y unas expectativas propias) se convierten en la clave del establecimiento de relaciones genuinas entre ellas.
Es importante que esta filosofía se refleje en la declaración de visión, misión y valores del servicio o de la institución de la que depende, en aspectos básicos de la organización (por ejemplo, el horario de visitas, la posibilidad para las personas familiares de participar en la prestación de la atención, la organización de los turnos o la asignación de profesionales de referencia), así como en toda la documentación de uso habitual (la planilla para registrar la valoración de necesidades y preferencias de la persona usuaria, la planilla para registrar los datos de su historia de vida o el modelo de plan de atención individualizada, por mencionar algunos).