El Modelo debe integrar la capacitación del personal, mediante una formación, inicial y continua, orientada a la adquisición, al refuerzo y a la transmisión de buenas prácticas profesionales, con particular énfasis en las competencias relacionadas con las habilidades interpersonales y, en particular, con la capacidad para el establecimiento de relaciones auténticas y empáticas, desde el convencimiento de que ofrecer a las personas profesionales la posibilidad y las condiciones necesarias para ejercer bien sus funciones y valorar su ejercicio es la mejor forma de garantizar que crezcan profesional y humanamente.
Es fundamental que el aprendizaje de dichas habilidades interpersonales se integre en la formación no como una disciplina diferenciada sino como parte del aprendizaje del resto de las funciones, en la medida en que estas últimas van a ser el contexto habitual en el que se van a originar y desarrollar las oportunidades para recurrir a aquéllas.